¿Conocés los verdaderos retos que les depara a las universidades para encarar la transformación digital?. Té voy a contar cómo hacemos desde Nods Education, para afrontar algunos de los desafíos que nos plantea esta nueva normalidad en el aula.
El covid19 irrumpió en nuestra vida y llegó a acelerar un proceso que ya venía en marcha en algunas universidades. Sin embargo, a otras instituciones las agarró desprevenidas, y las llevó a una carrera casi precipitada a la virtualidad.
Para las casas de estudio, se plantearon problemas: la deserción del alumno, la captación del mismo, las prácticas en el aula virtual, la analfabetización digital, etc. Y surge, la vieja e ineludible comparación entre lo online y lo presencial, pero también el repensar el rol del estudiante y el docente en esta nueva realidad.
Lo que hay que comprender es que esta evolución es un proceso, es un viaje y que la digitalización vino para quedarse.
A ponerse en marcha
El mundo es otro, el alumno cambió. La educación debe también adaptarse a esta nueva realidad. La máquina de la evolución se prendió y no hay vuelta atrás. Y las universidades deben brindar respuestas acorde, porque volver a lo viejo ya no es una opción.
En este sentido, la migración forzada en el 2020 puso en evidencia algunas falencias y nuevos desafíos. Desde la empresa que dirijo, Nods Education, trabajamos por ejemplo con Universidad Kennedy en Argentina, Universidad Católica de Chile, y la Universidad Europea en España, entre otras prestigiosas instituciones del mundo. Y encaramos este proceso de transformación juntos.
Conocemos lo que sucede por dentro, y lo que para algunos fue un problema, para otros fue una oportunidad y la evolución fluyó.
Hay que acompañar todo este proceso de transformación. Porque si hay algo que queda claro, es que siempre hay cosas nuevas para hacer y mejorar.
Por eso, hay que generar propuestas superadoras, adaptadas a este nuevo contexto, teniendo en cuenta la realidad de cada institución y sus posibilidades. Analizar presupuestos, software y las herramientas con las que cuenta para hacer este salto digital.
Trabajar con datos para cumplir sueños
Una de las problemáticas que se le plantearon a las universidades fue, sin duda, la captación del alumno para la modalidad virtual, pero además de atraerlo hay que mantenerlo. Ahí está el verdadero desafío.
En las Universidades de Latinoamérica que están mal gestionadas, la permanencia de los alumnos es un tema crítico, y las cifras hablan por sí mismas: en el primer año se dan de baja cerca del 70 %.
7 de cada 10 alumnos que se inscriben abandonan…entonces ¿Cómo los fidelizamos?: a través de las herramientas y los procesos adecuados. Con el Machine Learning, por ejemplo, tenemos la posibilidad de automatizar y personalizar la comunicación para cada uno de los estudiantes. Así logramos acompañarlos en los procesos de cursado.
Usamos los datos para llegar a las personas: en base a comportamientos concretos podemos, entre otras cosas, saber si el alumno está motivado o desmotivado con la carrera. Medimos rigurosamente la evolución de los estudiantes, evaluando su estado y crecimiento, para poder actuar a tiempo y mejorar su rendimiento.
Entendiendo estos comportamientos por medio del Data Science, vamos tomando contacto con el alumno y logramos que el abandono se reduzca dramáticamente a solo un 15% en algunas de las instituciones en las que trabajamos. Ayudando así a que los alumnos puedan cumplir el sueño de terminar la carrera.
El falso dilema de lo Virtual vs. Presencial
La nueva realidad, nos fuerza a adentrarnos lo antes posible a la educación a distancia, pero todavía nos queda mucho por hacer. Es un desafío, y tenemos que revisar lo que aprendimos el año anterior y hacer un balance. Cuando pensamos en esto, inevitablemente,nos lleva a pensar en lo online con lo presencial como cosas opuestas.
Terminemos con la vieja dicotomía presencial vs virtual. Hay que optimizar el tiempo de lo presencial y sacarle jugo, para complementar saberes que no se pudieron dar o para lograr mejorar la interacción docente/alumno o alumno/alumno.
Se pueden trabajar con proyectos que traspasen el aula, apoyados con la tecnología y técnicas como el flipped classroom. Así se puede optimizar los recursos de clase, y llevar a cabo allí las actividades que impliquen el desarrollo de procesos cognitivos de mayor complejidad.
Si hay algo que nos enseñó la pandemia, es que educar no es solo tecnología y contenido, sino que los vínculos son muy importantes, porque construyen aprendizaje. El desafío está en lograr consolidar una transformación de la educación en donde la tecnología sea un vehículo para lograr conexiones entre personas.
Los docentes como facilitadores y el alumno como protagonista
Se deben reconfigurar los roles, las metodologías y los procesos a las nuevas exigencias.
El docente debe poder transmitir los saberes de manera digital, y que los alumnos puedan aprender. Esto implica formar nuevas competencias y poder transmitir de manera pedagógica con el uso de nuevos recursos. Y, por que no, aplicar las redes sociales.
Los docentes deben ser evangelizadores de estas herramientas y los alumnos deben ser capaces de usarlas para aprender.
Es importante escuchar a los alumnos para saber si verdaderamente han comprendido. Y hacer a los alumnos protagonistas de su aprendizaje. Hay que empoderarlos para que sean también portadores de conocimientos. Para eso hay que darle las herramientas y promover en los alumnos un espíritu crítico y curioso. Trabajar en proyectos es una forma de aplicar esto, que puedan investigar y encontrar sus propias respuestas.
Los estudiantes deben ser el centro y los verdaderos protagonistas del proceso educativo. Y hacerlos participar activamente es, sin dudas, el motor para potenciar el aprendizaje.
Trabajar en el hoy para pensar en mañana
Debemos formar alumnos para lo que viene. Hay que instruirlos con una formación acorde a estos tiempos y con las herramientas de hoy. Trabajar las habilidades blandas, y darles las herramientas para que generen un valor agregado. Que pongan de su parte, que apliquen lo aprendido con su singularidad.
Tenemos la gran ventaja de que con la virtualidad no hay fronteras, y podemos formarnos en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento.
Debemos formar alianzas con las empresas, para lograr lanzar programas que formen a la gente para los trabajos que hacen falta hoy o lo que se necesitaran mañana. Para esto hay que fomentar también la interinstitucionalidad entre las universidades.
Que el alumno se adapte al nuevo ecosistema y que encuentre la mejor manera de desarrollarse en esa profesión, debe ser uno de los objetivos institucionales ineludibles. Ya que debe estar verdaderamente preparado para lo que se viene en el mundo laboral.
Es hora que las universidades tracen una nueva hoja de ruta ante este nuevo escenario, en donde el docente cambia y el alumno también.
Se están transformando los espacios de educación y no hay botón de pausa. Debemos acompañar ese proceso evolutivo. El alumno en el centro, el docente como facilitador y pensar en la universidad como el lugar donde se prepara verdaderamente para el mañana.